El mayor suicidio en masa del mundo

“Represento el principio divino, la igualdad total, una sociedad donde las personas poseen todas las cosas en común, donde no hay ricos ni pobres, donde no hay razas. Dondequiera que haya gente luchando por la justicia y la rectitud, allí estoy yo”.Jim Jones, fundador de Peoples Temple en Jonestown.



A finales de los años 50, Jim Jones fundó el Templo del Pueblo, cuyo objetivo era ayudar a los necesitados. En 1975, estaba creando lo que se suponía que sería una utopía conocida como Jonestown, pero la utopía rápidamente se convirtió en un infierno a medida que Jones se hundía cada vez más en su propia paranoia.



La Masacre de Jonestown es uno de los episodios más trágicos y desconcertantes en la historia contemporánea. El 18 de noviembre de 1978 fue el desenlace del culto en una remota comunidad en Guyana, Sudamérica. 

Nacido en 1931 en Indiana, comenzó como predicador pentecostal y se ganó fama por sus ideales de justicia social y racial. Fundó el Templo del Pueblo en los años 50, inicialmente promoviendo la igualdad racial, la ayuda comunitaria y una forma de socialismo religioso.
A medida que ganaba seguidores, su liderazgo se volvió más autoritario y el grupo se aisló. Se basaba en un culto a la personalidad centrado en Jones, quien se autoproclamaba un mesías y exigía lealtad absoluta.

Un asentamiento aislado creado como una "utopía socialista", los miembros vivían bajo control total. La visita del congresista Leo Ryan, quien investigaba abusos, desencadenó la tragedia. Ryan y otros fueron asesinados al intentar evacuar a algunos miembros. Horas después, Jones ordenó el suicidio masivo.


El evento dejó 918 muertos, incluidos más de 300 niños, y expuso los peligros del control psicológico extremo, dejando un legado oscuro en la historia de los cultos y la religión.

Los sobrevivientes describieron un ambiente de miedo, manipulación y abuso. Relataron cómo Jim Jones utilizaba "ensayos de suicidio", en los que se simulaba ingerir veneno, para preparar psicológicamente a sus seguidores. Algunos, como Deborah Layton, denunciaron que los miembros vivían bajo vigilancia constante, con castigos físicos y psicológicos. Otros, como Odell Rhodes, recordaron los gritos desgarradores de los niños obligados a beber veneno el día de la masacre. Sobrevivientes como Hyacinth Thrash destacaron que muchos no querían morir, pero el miedo a Jones y sus guardias era paralizante.

Jones usó una combinación de tácticas para dominar a sus seguidores. Trasladó al grupo a la remota Jonestown, cortando toda comunicación con el exterior. Organizaba simulacros para fomentar la obediencia. Realizaba sermones diarios llenos de propaganda y mensajes de lealtad. Aplicaba castigos públicos y amenazaba con represalias si alguien desertaba. Estableció un sistema de espías internos y guardias armados. Expropiaba bienes, controlaba alimentos y restringía la atención médica, asegurando que los miembros dependieran completamente de él.
Se autoproclamaba como un salvador y fuente única de verdad.

Este operativo lo llevó a un control total sobre los seguidores, culminando en la tragedia de Jonestown.


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