Los síntomas de la muerte

Tú y yo moriremos algún día de lo mismo. Le daremos distintos nombres: cáncer, diabetes, falla coronaria, infarto. Un órgano dejará de funcionar y luego otro. O quizá todos al mismo tiempo. Tú y yo nos pareceremos más que la gente que continuará viviendo, sin importar cuál sea tu diagnóstico inicial, ni el mío.


Morir tiene su propia biología y síntomas. Constituye un diagnóstico en sí mismo. Aunque las semanas y los días que desembocan en la muerte pueden variar de una persona a otra, las horas que anteceden a la muerte son similares en la gran mayoría de los padecimientos humanos.

Algunos síntomas, como el estertor de muerte, la falta de aire y la agitación terminal se perciben como agonizantes, pero por lo general no son incómodos para el moribundo. Pueden tratarse eficazmente con medicamentos. La disponibilidad de los cuidados paliativos en todo el mundo ha hecho que sea raro morir con dolor.

A pesar de que pocos de nosotros experimentaremos todos los síntomas de la muerte, la mayoría experimentaremos por lo menos uno, si no es que más.

Estertor de muerte

El estertor de muerte es un síntoma de problemas para tragar. Normalmente, nuestra lengua sube a la parte superior de la boca y lanza la saliva, los líquidos o la comida hacia atrás. La epiglotis, una lengüeta que se encuentra en la garganta, se mueve hacia adelante para impedir que la sustancia tragada penetre a las vías respiratorias.


En el proceso de morir, la sinfonía de tragar se convierte en una cacofonía de movimientos débiles y fuera de tiempo. A veces la lengua lanza la saliva hacia atrás antes de que la epiglotis tenga tiempo de tapar la entrada a las vías respiratorias. Otras, la lengua no empuja nada y la saliva baja por las vías respiratorias hasta los pulmones como un flujo constante. El estertor de muerte es el intento de los pulmones por respirar a través de una capa de saliva.

A pesar de la crudeza del sonido, no es probable que el estertor de muerte sea doloroso. La presencia del estertor no se correlaciona con síntomas de insuficiencia respiratoria.

Falta de aire

La falta de aire, esa incómoda sensación de tener dificultad para respirar, es uno de los síntomas más comunes del fin de la vida que los médicos tratan de aliviar. ¿Cuál es el tratamiento? Los opiáceos, por lo general morfina.

A veces las personas preguntan por qué el tratamiento para una respiración dolorosa es un medicamento que puede debilitar la respiración. Uno pensaría que los opiáceos empeorarían la falta de aire. La respuesta reside en la definición de por qué la falta de aire es incómoda en primer lugar.


Algunos investigadores piensan que la incomodidad por la falta de aire proviene de la discordancia entre la respiración que nuestro cerebro desea y la capacidad de los pulmones para inflarse y desinflarse. Los opiáceos brindan alivio porque sintonizan el apetito de aire de nuestro cerebro con la cantidad que nuestro cuerpo les puede proveer. Desaparecen la “falta” de la falta de aire.

Otros creen que la cantidad de morfina necesaria para calmar la falta de aire puede tener muy poco efecto en nuestra capacidad de respirar. Puesto que la falta de aire y el dolor activan partes parecidas del cerebro, los opiáceos podrían funcionar sencillamente silenciando las señales de dolor del cerebro.

Agitación terminal

Para los doctores de cuidados paliativos, los artistas de la muerte, la agitación terminal es la rebelión del sujeto contra el creador. Es rara, pero puede ser difícil presenciarla cuando sucede.

En lugar de irse yendo calmadamente, el moribundo puede gritar e intentar levantarse de la cama. Es posible que sus músculos se crispen o contraigan. Su cuerpo puede parecer sometido a un tormento.

Hay causas físicas de la agitación terminal como la retención de orina, el sofoco, el dolor y las anomalías metabólicas. Hay medicamentos que la aquietan. Sin embargo, es difícil dejar de lado el papel de la psique y lo espiritual.

Las personas que presencian la agitación terminal a menudo creen que se trata de la respuesta existencial del moribundo ante la cercanía de la muerte. Una agitación intensa puede ser la manera más visceral en la que el cuerpo humano puede reaccionar ante la devastación de la inercia. Nos retorcemos y lloramos cuando llegamos al mundo, y a veces hacemos lo mismo cuando lo dejamos.