El sagrado Carlomagno | Saqueando la tumba del Rey exhumado

El que fuera rey de los francos y emperador de Occidente, "el padre de Europa"

El joven emperador Otón III llegó de peregrinación a Aquisgrán desde la ciudad de Roma. Una vez allí, mandó abrir la tumba de Carlomagno, en la iglesia de Santa María. El hecho fue llevado a cabo el día de Pentecostés del año Mil.

Otón III tuvo la idea de canonizar la figura de quien para él era un referente, incluso quería convertir a Carlomagno en patrono del Sacro Imperio, con ello, Aquisgrán pasaría de ser la antigua capital de Carlomagno y a ser obispado. Otón III también sería enterrado allí, del mismo modo que su antecesor Otón I había fundado la sede episcopal de Magdeburgo y fue sepultado en ella. Pero todo quedo frustrado con la repentina muerte del emperador en el año 1002.

El monje y cronista francés Ademar de Chabannes, cuenta que Otón fue exhortado en un sueño para exhumar el cadáver de Carlomagno. Tras ello, halló la tumba, eso sí, al cabo de tres días de ayuno, gracias a otro sueño clarividente. La sepultura de Carlomagno es narrada con lujo de detalles. El cuerpo del difunto se hallaba descansando en la iglesia de Santa María. El conde Otón de Lomello es otro de los narradores de esta pericia, este individuo entró con el emperador en la tumba y explica que dicho panteón poseía una cámara subterránea, algo que no se esperaban en ningún caso, tal como nos narra. A este conde y a Otón III les acompañaban además dos obispos.

Llegaron al panteón a través de un agujero hecho en el techo, por el cual bajaron, y al pisar suelo firme pudieron contemplar como el cuerpo de Carlomagno estaba sentado en su trono dorado, majestuoso e imponente. Se quedaron petrificados, el silencio era el que reinaba en el lugar de descanso de Carlomagno, narran los protagonistas de tal visión. Ademar explica más cosas interesantes, cuenta como cadáver llevaba una espada y un cetro de oro puro, y su cuerpo se encontraba incorrupto, como si el tiempo fuera quien intentara conservar a tal figura histórica a través de los siglos. Según Otón de Lomello, sostenía un cetro entre sus manos muertas. Una anécdota interesante es cuando el conde de Lomello hace referencia al aspecto físico de Carlomagno, exponiendo que las uñas habían perforado sus corroídos guantes y que la nariz le faltaba, a consecuencia de ello, el emperador Otón III mandó recubrir ese hueco de la nariz con oro macizo. 


También el cuerpo fue cuidado y preservado, en un principio el conde de Otón vistió a Carlomagno con atavíos blancos en señal de purificación en conjunto al cuerpo sin vida de Carlos I el Grande, luego le cortó las uñas y le extrajo un diente a modo de reliquia. Más tarde, según Ademar, el cuerpo fue mostrado al pueblo.



De acuerdo con su voluntad expresa, el cadáver de Carlomagno (742-814) fue embalsamado ataviado con sus ropajes reales de gala, con una corona sobre la cabeza, un cetro en una mano y la otra sujetando un Evangelio encuadernado en oro que reposaba en sus rodillas. Sentado en su trono de mármol, permaneció en una cripta bajo la cúpula de la catedral de Aix-en-Provence. Este sepulcro fue profanado en diversas ocasiones, la primera de las cuales fue protagonizada por Otón III (980-1002), quien se contentó con llevarse una cruz de oro y pedrería que el cadáver tenía sobre el pecho. Poco después, Federico I Barbarroja (1122-1190) le despojó de todo cuanto de valor le rodeaba, aunque, eso sí, a cambio, le hizo canonizar. En total, el cuerpo embalsamado de Carlomagno permaneció en este trono durante unos cuatrocientos años, hasta que en 1215 el rey Federico II (1194- 1250) ordenó que fuera enterrado en un ataúd de oro y plata en la catedral de Aquisgrán.

El ataúd de oro y plata que Federico II ordenó elaborar para Carlomagno, el "Karlsschrein"

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