La madre asesina

 


Fue reina de belleza, se enamoró de un sacerdote y masacró a sus tres hijos.
Claudia Mijangos “La Hiena de Querétaro”

"Madre catequista"
Claudia Mijangos Arzac nació en Mazatlán, Sinaloa, en 1956, en una familia de clase alta que le dejó una herencia importante.
En su juventud, era descrita como una mujer muy guapa y ganó un concurso de belleza en su ciudad natal.
También es recordada como una católica muy devota.
Una vez casada, se mudó con su esposo, Alfredo Castaño, a Querétaro y abrió una tienda de ropa.
Mijangos pertenecía a un grupo de "madres catequistas", donde estudiaban sus tres hijos.

El reloj marcaba las 5 de la mañana del 24 de abril de 1989, cuando el cuerpo de Alfredo Gutiérrez Mijangos, de 6 años de edad, fue despertado abruptamente por su madre, Claudia Mijangos Arzac, quien sin compasión enterraba una y otra vez un cuchillo.

El dolor que provocaba el arma blanca hizo gritar horrorosamente al niño, lo que motivó que su hermana mayor, Claudia María, quien dormía en la habitación contigua a la de su madre y en donde ocurría el asesinato de su hermano menor, fuera a ver lo que ocurría; la sorpresa fue ver a su madre acuchillando a su hermano de 6 años de edad.

Claudia María de 11 años, le grito a su madre de 33 años de edad, que no lo hiciera y que dejara a su hermano. Mijangos, no reaccionó y observándola como a una enemiga, se lanzó contra ella y la persiguió hasta las escaleras empujándola, agarrándola del cabello y apuñalándola decenas de veces, hasta que Claudia María dejó de defenderse.

Los gritos de auxilio de su hija mayor despertaron a los vecinos, quienes sin sospechar lo que pasaba en la casa contigua, ignoraron los alaridos de la hija mayor de Mijangos Arzac, y regresaron a los brazos de Morfeo.

Mijangos Arzac dejó el cuerpo de Claudia María tirado en las escaleras de su casa, para dirigirse al cuarto de sus hijas y continuar con su macabra obra. Le faltaba asesinar a sangre fría a su hija Ana Belén de 9 años de edad. Sin piedad y contemplando a su hija que con temor la observaba, la agarró del brazo y la empezó a apuñalar una y otra vez hasta que también ella dejó de defenderse.

Los tres cuerpos de los niños fueron arrastrados hasta la habitación principal para ser colocados uno sobre otro. Así, sus vidas expiraron. El reporte del médico forense fue enfático: los niños murieron desangrados.

No conforme con el asesinato de sus tres hijos, Claudia Mijangos Arzac durmió al lado de sus cuerpos inertes y esperó el amanecer.

A las 9 de la mañana, Verónica Vázquez, una de sus amigas, fue a visitarla. Tocó el timbre y no obtuvo respuesta alguna, pero sabía que su amiga no saldría ese día, así que insistió. La respuesta tardó en llegar y 5 minutos después, la escena empezó tétrica. La perilla de la entrada de la casa de Mijangos Arzac daba vueltas como en una película de terror, Vázquez esperaba ver a Claudia, pero no ocurrió nada. La puerta sólo quedó entre abierta.

Asustada, Verónica entró para ver lo que pasaba y observó que Mijangos Arzac se dirigía a las escaleras. Vázquez le habló, pero Mijangos no le respondió. Insistiendo, Verónica le preguntaba desesperada a su amiga qué pasaba y fue entonces que Claudia Mijangos Arzac, volteando lentamente, le dio la cara. Su bata de dormir estaba totalmente cubierta de sangre, las muñecas de sus manos estaban sangrando, su pies se encontraban descalzos.

Horrorizada, Verónica Vázquez salió de la casa y comenzó a gritar en la calle pidiendo auxilio. Los vecinos salieron para ver qué es lo que sucedía. La policía no tardó en llegar al lugar de los hechos.
Minutos después, dos policías entraron a la casa de Claudia Mijangos Arzac para ver qué es lo que ocurría. Al llegar a las escaleras observaron que se encontraban llenas de sangre; así, los dos policías se dirigieron lentamente al primer cuarto en donde observaron que la cama estaba destendida y sin ningún ocupante. El segundo cuarto, que pertenecía a las hijas de Claudia Mijangos Arzac, también se encontraban vacías y con las camas desarregladas.

Al entrar a la tercera habitación, los policías no podían creer lo que estaban viendo. La escena era de lo más brutal. Los tres niños estaban apilados, uno tras otro, cubiertos de sangre y sobre la cama de su mamá. Mijangos se encontraba semi sentada sobre su cama, con la mirada perdida y bañada en sangre. Los policías le preguntaron si había alguien más en la casa y la única respuesta que obtuvieron fue un implacable silencio.

Minutos después, las ambulancias y los agentes del Ministerio Público llegaron a la casa que perteneció a los Gutiérrez Mijangos encontrando la misma escena tétrica y devastadora que encontraron los policías.

Los tres niños fueron llevados al SEMEFO, mientras que a Claudia Mijangos Arzac la trasladaron al IMSS para ser atendida por las heridas que tenía en sus manos y muñecas.

En su primera declaración, Mijangos Arzac aseguró no recordar nada, mientras que su esposo consiguió uno de los mejores abogados de Querétaro para que llevara el caso de su aún esposa. Los familiares y amigos de Claudia no podían creer que ella fuera la autora de los hechos ocurridos aquel 24 de abril y apoyaron moral y económicamente a la infanticida.

Para la segunda declaración, Mijangos Arzac aseguró que una voz le ordenó matar a sus hijos. El proceso duró un año, tiempo en el cual Claudia Mijangos llevó su proceso en el Penal de Mujeres del Estado de Querétaro, para tiempo después ser trasladada a la Ciudad de México en donde fue recluida en un hospital psiquiátrico donde permaneció, dicen lo que saben, menos de un año para ser puesta en libertad.

Dj Garibaldi

― Insomnia