La Sra. Hingley y los marcianos navideños
Sra. Jean Hingley en 1979
"Venimos del cielo"
Jean Hingley fue visitada por tres extraterrestres amistosos con cascos de pecera y alas que destrozaron su árbol de Navidad y se llevaron tres de sus pasteles de carne picada.
El 4 de enero de 1979, en Rowley Regis, cerca de Birmingham en West Midlands (Gran Bretaña), la Sra. Jean Hingley se despedía de su marido que marchaba al trabajo sobre las 6:00 horas de la mañana, sin prever la extraordinaria experiencia que le aguardaba. Desde la ventana de la cocina observó una extraña esfera de color naranja brillante que se materializó por encima de su garaje. En esos instantes la Sra. Hingley, que se hallaba en la cocina, perdió el conocimiento levemente, y tras recuperarlo, se percató que tres pequeñas criaturas, como hadas, entraban en su casa flotando en el aire, emitiendo un zumbido parecido a un "Zee Zee Zee". Se trataba de unos seres alados, envueltos en un halo luminoso, con una túnica plateada, con 6 botones, de 1´10 metros de altura, provistos de cascos trasparentes, parecidos a una pecera, con una luz en su parte superior. Según la testigo las alas eran translúcidas, como de papel, cubiertas de infinidad de puntos brillantes (como el código Braille) y muy parecidas a las de una mariposa. Sus caras eran de una tonalidad blanca, con grandes ojos extremadamente oscuros y pequeñas bocas en forma de ranura, sin nariz u otros rasgos reconocibles. La Sra. Hingley dijo que sus rostros parecían los de un difunto, inexpresivos en todo momento. No tenían ni manos ni pies, y sus piernas estaban rígidas.
Los enigmáticos humanoides que visitaron a la Sra. Hingley tenían características mas propias de los seres elementales que de visitantes del espacio exterior...
Un boceto de los visitantes extraterrestres de la Sra. Hingley basado en su descripción.
Las tres criaturas estaban volando agitadamente alrededor del árbol de navidad del salón que parecía fascinarles. Según la testigo, sus alas no se batían como las de las aves, más bien parecían de “adorno”, aunque en algunas ocasiones se plegaban como un acordeón. En esos momentos la Sra. Hingley escuchó varias voces masculinas graves que, de forma coral, dijeron: "¿Bien bien?". Tras pedirle que se detuvieran, las entidades se comportaron como niños agitados saltando varias veces sobre el sofá antes de sentarse. Entonces la asombrada mujer les preguntó ¿De dónde procedían?. La respuesta no se hizo esperar. De nuevo respondieron al unísono, y con una voz que parecía proceder del exterior de sus cuerpos dijeron que "del cielo". Creyendo que se trataba de Ángeles (pues la testigo era una devota cristiana) le señaló una imagen de Cristo que había en la pared y les preguntó si Dios les había enviado: "Sabemos todo sobre Jesús”, “Hemos venido hasta aquí para hablar con la gente, pero ¡la gente no parece estar interesada!". Los pequeños seres retomaron el vuelo y comenzaron a volar por la habitación mientras cogían objetos y los examinaban de cerca con detenimiento y curiosidad. La Sra. Hingley dijo que: "Creo que tenían imanes en sus manos, ya que mantenían las cosas en el aire cuando las tocaban". Sin embargo cuando la Sra. Hingley les preguntó sobre su origen, las criaturas emitieron un láser desde el casco que le impacto dolorosamente en la frente (la cicatriz fue visible durante varios meses) causándole una breve parálisis y ceguera (al parecer, durante la conversación, algunas preguntas que no gustaban a las criaturas eran respondidas de esta forma). En la charla incluso hablaron de un conocido cantante de británico Tommy Steele.
Desprovista de temor, la testigo les preguntó a sus insólitos invitados si querían algo. De nuevo respondieron a la vez: “agua, agua, agua”. La anfitriona les sirvió el agua junto a un pastel de carne pero no bebieron ni comieron. El encuentro terminó de forma inesperadamente, después de una hora, cuando tras encender un cigarrillo, las criaturas aladas parecieron asustarse y decidieron marcharse. En esos momentos, la Sra. Hingley escuchó un fuerte silbido electrónico procedente de la parte trasera de su jardín. Entonces observó, un objeto de forma ovalado, de brillante color naranja, de 2´50 metros de largo aproximadamente, con dos ojos de buey luminiscentes y una estrafalaria antena. Las criaturas se dirigieron hacia el artefacto y desaparecieron en un instante.
Tras reponerse de una extraña sensación de cansancio extremo, la Sra. Hingley llamó por teléfono a la policía local para contar su increíble historia. Según dijo a los agentes estaba sin fuerzas y tenía algunas molestias en ojos y oídos. Un médico que la examinó le aconsejó que estuviera dos semanas de reposo para recuperarse. Pese a estos contratiempos, la testigo no estaba asustada, todo lo contrario, decía que su encuentro había sido "cálido y feliz, como si hubiera sido bendecida". Posteriormente la experiencia tuvo varios detalles extraños. Dos días después de la experiencia, el árbol de Navidad desapareció inexplicablemente. Más tarde, volvió a aparecer en el césped exterior, despedazado y con menos adornos. Curiosamente los adornos navideños fueron devueltos gradualmente durante los siguientes días.
Otro detalle interesante de la experiencia es que durante la estancia de las criaturas aladas en la casa, tanto la radio como la televisión dejaron de funcionar, y el reloj se detuvo. Además posteriormente algunos cassettes, que fueron tocados por los seres, se borraron inexplicablemente. En el jardín también fue visible una huella, casi simétricamente perfecta, de unos 2´50 metros de diámetro. Pero quizás el aspecto más hilarante de toda esta trama, es que según apuntó la Sra. Hingley, los tres humanoides se llevaron las empanadillas...